martes, 3 de julio de 2018

Dedicado a los nuevos hermanos


Queridos hermanos. Una vez finalizado el Seminario de Vida en el Espíritu, y ver la disposición que tenéis de continuar en este grupo de oración y alabanza al Señor, queríamos dedicaros unas palabras, y la verdad es que nada mejor que acudir a la Palabra de Dios, hacerla nuestra, porque ¿cómo podríamos expresar mejor que lo inspirado por el Espíritu Santo a san Pablo, o lo dicho por el mismísimo Jesús?

Nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes. (1Tes 2, 13)

Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del mundo. Brille así vuestra luz ante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. (Mt 5, 13a. 14a. 16)

Os animamos a perseverar, a hacer vuestra esta Palabra y decir como el salmista “Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Mi alma está unida a Ti y Tu diestra me sostiene” (Sal 63 (62), 5. 9) porque es en la Comunidad donde la Santísima Trinidad, se hace presente en nosotros “con el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5), el apóstol san Pablo ruega a los efesios “os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados: esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados (Ef 4, 1. 3. 4). Que Dios os conceda estar de acuerdo entre vosotros, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre nuestro Señor Jesucristo. Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. (Rm 15, 5. 6).